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domingo, 11 de diciembre de 2011

Desvaríos censurados

Dicotomías perfectas que surgen entre la nada invadiendo la escena. De pronto aparecen frente a mí tapándolo todo y el mundo se convierte en un lugar difuso, no queda más que perderse en el camino incierto que ellos proponen.
La suavidad y la aspereza. La torpeza perfecta que choca sin permitir pensar. Y me pierdo. Y no hay tiempo, no hay frío, no hay noche, no hay día, no hay medias tintas ni preguntas sin respuesta, sólo están ellos que me tientan y obnubilan.
El tiempo, tirano como siempre, confunde y arruina la frescura de un momento que no corre, que no merece terminar y ahí sí que suelto el timón, me dejo fluir.
Me revuelco y me entrego ante ellas que, perfectas, me hacen olvidar que existe un afuera, donde el sol ya salió y arremete lleno de responsabilidades intransferibles, inevitables.
La razón dice:“ACÁ, YO, NO ME FUI” y recuerdo lo inconcluso, ilegible, complejo e inentendible. Pero sigo, sin mirar, olfateando el camino hasta no sé dónde. Corriendo sin destino, sin pensar ni esperar.
Hasta que "PFFFF", de un momento a otro, se va, como si nada y yo aprovecho para escapar, de todo. Gana la tranquilidad pero: “BAAANG”, el deseo se fuga por detrás de las vallas, las represiones y los “SHHH”.
Huyo, no puedo ceder. No hay resignaciones posibles ni guardias bajas. Es una lucha de poderes, una pelea compleja que siempre gana la cabeza (o no, pero hay que hacerle creer que si, para que respire).
Y de pronto: “PUUUM”. Otra vez me cruzo con las líneas perfectas que me embelesan y me hacen perder el eje. Y no puedo, no puedo decir no al frenesí que genera en mi piel la vorágine de sensaciones que fluyen cuando el choque de fuerzas se genera.
Es una batalla que nunca termina, un ir y venir constante: una vez saciado el instinto y aplacado el deseo se conforma a la bestia que, más tarde, despertará ofendida y pedirá más. Un anhelo imposible de soslayar.
Y  las marcas, ay, las marcas, surgen como una prueba de la energía desbordada que se burla de la censura, que escapa y desfigura las formas y los deberes.
¿Que hasta cuándo? No sé, y no importa, algo tan perfecto y delicioso no puede responder al traidor esquema del tiempo. Se perdería en su esencia, se desdibujaría su forma ideal.