Create your own banner at mybannermaker.com!

miércoles, 12 de octubre de 2011

Desde el epicentro...

Contradicciones que se hacen eternas. Palabras que penetran la consciencia y se clavan por ahí, donde más duelen. Pensamientos constantes que se pelean por salir, preocupaciones que se codean esperando una solución que no llega. De a una a la vez, van asomando entre las sombras.

-Mirarte y mirarme de lejos. Verte partir, sentirte escapar. Seguirte, correrte por ahí preguntándome por qué.

-Te descubro, te observo y no te digo. Te huelo, te espero, te veo funcionar para entender lo enrevesado. Te mido. Me mido. Juego con fuego porque me gusta. Digo que no mientras me pongo las botas. Como un adicto que dice “una vez más, sólo uno y ya está, nunca más”, pero no, sigue, y uno más es otro, y otro, y otro. Y el sol asoma y te corre. La noche es escudo perfecto para protegerse de la inclemencia racional de la mañana, pero el amanecer no espera a que termine el juego.

-Correr, correr todo el tiempo, tener sueño, miedo, nervios e inseguridad. No quiero, no puedo, no siento las horas pasar. Pasan, y no dicen nada. Hasta que sí, hasta que me veo por ahí en miradas ajenas que condenan, juzgan, marcan y vacían.

-No quiero. No me gusta. No estoy de acuerdo. No quiero verte partir, escapar. Pero, nunca mejor dicho: quiero verte volar. Te dejo ir, suelto tu mano y no puedo hacer nada para que estés. Para que me ayudes a ordenar la cabeza. Para escaparme de tus planes maquiavélicos y de tus presagios asfixiantes. Me siento y te espero, te voy a ver llegar por el mismo lugar donde te dejé. Ahí estaré, sentada, con una de esas que espían nuestras charlas eternas, mirando sin comprender hacia dónde van nuestros pensamientos. Como si el tiempo no pasara, como si no existiera, aguardo el play en el lime constante. Es que no quiero perderme ninguno.

-Y vos, y vos ¿Qué más querés de mí? Quiero esconderme bajo tu ala pero no me pidas más de lo que tengo para dar. Vendiste humo pensando que yo podía deslumbrar. Y no, no podía ¿Viste que no? Ahora me exigís más, todo el tiempo más y no hay mucho resto. Poco queda en el fondo del tazón, poco queda por encontrar y yo así, tratando de disimular, para que no se note lo que hay detrás de la autosuficiencia y la cara de buenos amigos.

Conversan, cada parte pide lo suyo y demanda su atención. Es latente, constante, se pelean por salir. Pero no hay tiempo. No todos los reclamos pueden ser escuchados, no todas las preocupaciones pueden tener solución. Peguen de a uno por vez y esperen a que pase la lluvia, ahí, tal vez, volveré a sonreír.