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lunes, 1 de febrero de 2010

Crónica de la discriminación en La Feliz


El domingo 25 de enero del 2010, durante mis ansiadas vacaciones sentí el rechazo en la sangre, la bronca en el pecho y la impotencia en todo el cuerpo. Dos amigos, de esos que la costa te acerca fueron echados de Liverpool Bar, en Almafuerte 200, Mar Del Plata. No hacían disturbios, no le pegaron a nadie, no rompían nada, no estaban ebrios, ni se negaban a pagar. Sólo se besaban ¿Un pecado en La Feliz?
Todo empezó con mucha naturalidad, nos preparamos para salir, elegimos nuestra ropa, decidimos el destino y una amiga que ya conocía el lugar nos propuso aquel bar donde pasaban música copada y no había que pagar entrada, parecía la combinación perfecta. Taxi, entrada, cerveza, baile, lo normal. La verdad la música estaba buena y el lugar tenía onda. De repente, un patova hace señas que no entendimos. Se acercó y con su mejor cara de nada les advirtió a mis nuevos que dejaran de besarse porque en este lugar no estaba permitido. Nuestras caras de sorpresa se cubrían con nuestras insipientes risas por el absurdo que acabábamos de oír.
Continuamos con la noche y por unos minutos todo parecía normal de nuevo. Pero, otra vez, se acercó este señor con cara de pocos amigos a echarlos del lugar porque nuevamente se habían besado.
¿Sorprendente? Por supuesto que sí. Tal vez para algunos haga falta aclarar que son gays, son dos hombres enamorados que son pareja hace algún tiempo y disfrutan de besarse como cualquier persona con su novio/a, nada muy loco ni apasionado, besos… como los que una mamá podría darle a un papá .
Todos salimos sin entender demasiado qué estaba pasando pero la bronca y la impotencia brotaron por los poros, mucho grito, mucha pelea, mucho insulto y nada. La respuesta: este es un lugar privado, tienen toda la calle para besarse ¿Cómo van a hacer ESO acá? Se preguntaba el simio cuida puertas. ESO, parecía tan horrible como la muerte, como violar o matar a alguien. Resalto que sólo y simplemente se besaban como cualquier pareja normal.
No lo creía, no lo entendía, y me avergoncé tanto. Mi familia paterna es de Mar del Plata, eso hizo que mis vacaciones hayan tenido aquel destino desde mis tres meses de vida. Tal es así que tiene un aire de hogar para mí, me genera mucha nostalgia y me trae excelentes recuerdos.
Pero este me parece horrible, me indigna. Y aquellos que apoyen la decisión del simio cuida puertas también me avergüenzan. Besarse es el signo de amor más profundo y hermoso que tiene el ser humano. Un beso dice todo, no merece ser ocultado, más allá del sexo de sus protagonistas.
Tal vez algunos piensen que deberían cuidarse más en público o que deberían elegir para salir lugares específicos para gays, pero ¿Por qué? ¿Ustedes ocultan el amor por su pareja en la vía pública o van a bares específicos para gordos, flacos, estudiantes universitarios, colorados, morochos o rubios? No lo creo.
Es insólito creer que haya que ocultar la homosexualidad en el 2010. A lo largo de la historia nos han robado la felicidad, la identidad, la memoria, el raciocinio y la compasión. Que no nos roben los besos.